Informe del estado de los mininos

Patty sigue en su rinconcito y me bufa cada vez que me acerco. Pero si empiezo a acariciarla se pone a ronronear encantada. Al rato me vuelvo a acercar y me bufa de nuevo. Cuando no me oye o yo no estoy cerca sale del baño y corretea por la habitación, pero apenas me oye se mete debajo del sofá. El primer día no comió nada y yo ya estaba preocupada, pero ahora ya come cuando no estoy. Ésta pobre va a necesitar tiempo y paciencia.

Mosca no paró de maullar como una sirena todo el viaje en el coche desde Cornellà. En casa siguió maullando y botando por toda la jaula y cuando la cogía intentaba escaparse por todos los lados. Por la tarde la puse un rato encima mío en el sofá dentro de un gorrito de lana, y se quedó tiesa. Debía de estar agotada. Pero se repuso al anochecer y se pasó TODA LA NOCHE maullando. No pegué ojo. Por la mañana siguió maullando. Le limpié la jaula porque estaba hecha un desastre de agua, comida y tierra por todos lados, y empecé el tratamiento de caricias y juguetes. Al rato ya estaba ronroneando y jugando con los ratoncitos. La jaula le está pequeña, necesitaría una el doble de grande.
La noche fue genial, ni un ruidito, y hoy Mosca ya está normal y feliz. Cuando la saco de la jaula para que juegue un poco es un problema porque es muy escurridiza y se escapa por todas partes. Intenté ponerla en el gorro de lana pero ya se ponía histérica. Así que le he atado la punta de un lazo de raso al cuello, y la otra punta la tengo atada a un dedo. Eso le da espacio para corretear un poco pero no puede alejarse (aparte de que se puede perder por no se sabe donde, aún no le han hecho pruebas y podría infectar de algo a mi gata). Así que mientras yo escribo en el ordenador, ella me acompaña encima de la mesa. Ya no maúlla. Es un amorcete.